martes, 27 de diciembre de 2011

Poesia la puerta del Placer

hace un par de meses conocí a Gabriela; si, a la famosa Gabriela, por esos tiempos la vida trancurria en segundos y los golpes que daban eran cada vez mas fuerte.

la manera en que nos conocimos fue la normal:
ella miraba unos libros de alto contenido poético, la miraba desde lejos (aunque en ese tiempo estuviera comprometido me regocije en la senda del cazador). en un instante me hice la siguiente orden "si me mira aunque sea solo por un segundo, me acercare y le preguntare por lo que busca" y tal como lo escribo sucedieron las cosas. miro mis ojos por mas de un segundo y me regalo una sonrisa; el ritual se había completado.

Gabriela y yo congeniabamos, sus delirantes comentarios y bailes exótico cuando estábamos ebrios, era la fusión ideal a mis discursos metafisicos y antisistema.

teníamos algo que no muchos poseen y es el don del placer, sus blancas caderas eran el contraste ideal a mi oscura piel, cuando el baiben de su cuerpo quemante se enrollaba al mio como si sus piernas fueran serpientes atrapando a su víctima. sus pechos llenos de miel eran la tentación de muchos, mas no la mia, mi indiferencia a ellos era el detonante ideal a esas noches de mayo (triste mayo). sus labios rojos de deseo eran serteros, buscaban donde dejar caer su hechizo demoniaco, mas todo lo que besaba se volvía de ella. su vientre era el camino a campos de lirios mas el rió que desbordaba entre sus piernas era caudaloso y placentero a la vez, el néctar que rebalsaba del estuario de sus paredes exitadas eran el paraje que los hombres buscan para pasar noche tras noche.
tenia ella algo que muchas no; un gemido tierno y suave, lleno de pasión con matices de tiempos de antaño, rodeada de risas infantiles más unos ojos llenos de ternura que brillaban con cada gesto, era ella una niña pequeña jugando a ser mujer. tenia ella algo sensacional; el don del placer.

tenia una extraña manera de amar, mas cuando el acto se consumaba después de horas delirantes, se dejaba tumbar de cara sobre las sabanas, exponiendo su blanco y perfecto cuerpo desnudo. sonreía y pedía ser acariciada y sus deseos eran mis ordenes.

todo en ella consumía mi ser, mas sus gestos y nuestras miradas complices, mas nuestros roces y juegos improvisados, mas esa sonrisa que día a día me volvía mas delirante e inconsciente del tiempo que vivía.

por lo general a esta altura acabo estos relatos con un "y nos separamos para nunca mas vernos" pero lamentablemente (para las que dicen llamarse dueñas) aun Gabriela y yo nos juntamos desde el negro mayo hasta el día de hoy. y cada vez mas; creo que me insensibilizo, y vuelvo a tocar el cielo sin tener alas.

porque sé que nunca lo leerás, dedicado a ti mi dulce Gabi.


martes, 13 de diciembre de 2011

Ecos *


El dulce sonido del desenfreno y el frio calador de huesos de la desesperacion. Por fin siento el calido sol chocar en mis alas. tengo tanto que escribir . . . pero tiempo al tiempo.