lunes, 1 de diciembre de 2014

- ¡Rayos! ¿Tan tarde es?"



- ¡Rayos! ¿Tan tarde es?-murmuro mientras llevo mi mano a la frente, sujetándome intentando no volver a caer entre las sabanas.
Otro nuevo día a comenzado, las calles de Santiago aguardan por mí. Odio el metro; la gente es tan tímida y lúgubre - sonrió- solo me resta imaginar si el chico del sombrero en alguna de mis acrobáticos movimientos. Le pedirá una cita a la chica de las flores del vagón continuo. o si el tipo de corbata se atrevería a acercarse a la joven de minifalda -risa- o si alguna vez esa chica de pelo corto se atreverá a hablarme y solo dejar de mirarme; lógico que yo no daré el primer paso (estoy para que me amen ; no para amar).
Abro la ducha... para intentar que el agua helada logre entibiar algo en el transcurso en que lanzo mis prendas lo más lejos que pueda.
- Mierda - gruño, mientras  el agua congelada roza mis pechos. Aunque no parezca; este es el mejor momento del día "un segundo solo para mí" e inevitablemente suena el teléfono. mojo mi cabeza con celeridad y salgo corriendo. Miro fijamente la pantalla "llamada perdida de mi supervisor" mi cabeza da vuelta y un fuego sube por mi vientre -"el mejor momento del día debe esperar"- digo en voz alta para no caer en una depresión tan temprano.
23 años; vivo sola en una pieza que arriendo. Mis padres nunca me apoyaron en nada de importancia en mi vida; mas para llenarse la boca con mis logros haciéndolos suyos y degradándome en cada oportunidad que tuvieran.
Ahora sola con mi gato Ryu y mi dotación de cigarros largos (de esos que se veían hace un par de décadas atrás), intento sobrevivir en una sociedad donde si no eres hija de un ministro o senador; están condenada a bailar en un local de mala muerte a los ojos de viejos verdes para no tener que morir de hambre.
Mis padres al separarse creyeron que entregándome dinero todos los fines de semana iba a ser como todas las chicas común y silvestres; mas cuando se enteraron de mis gustos algo peculiares. Me apuntaron con el dedo; obligándome a llegar a esto. . .
- Mierda de transporte público - aprieto los dientes mientras mas recuerdo que cada segundo cuenta; si es que quiero permanecer en mi empleo. El empaque no es mal trabajo. Alomenos ya deje las calles y eso es lo que me da algo más de tranquilidad; noche a noche venderme, explotarme como si fuese vil carne... lo reconozco me encanta el placer y el dinero fácil es una tentación muy grande.
Pero estoy decidida "puede que mi historia a alguien le llegue" -risa- la típica historia de superación -hahahahahahaha-

Típica historia de superación...
                  “El diario de una puta resignada "



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