Tener que callar. Tener que mirar a otro lado. Tener que opacar todo gesto, toda acción. Tener que vivir ahogándome en el océano de sus indiferencias. Tener que aguantar como esa agua se atraganta en mi garganta, tener que aprender a vivir sin aire. Soy quien toma las riendas. Lo he escuchado tanto. Pero ¿en verdad es así? Cuándo la única verdad es que me precipito a sus pies; cada vez que hace un sutil movimiento. ¿Seré yo? Claramente, no lo soy. Y eso es lo que hace que mis pasos entorpezcan. Que tropiece contra ese camino de agua que has creado. Tengo las tenazas atadas. La coraza se ha ablandado con tus constantes ecos; golpeando una y otra vez en mi pecho. Es la hora de alejarse, pero ¿De verdad puedo? Es que ¿En verdad quiero alejarme? A veces creo que son solo sonetos que dejo escapar para sentirme bien conmigo mismo, para expiar la culpa en el acto. Pero es más como mantra que empuño para no bajar los brazos. Si esta historia se escribe con lágrimas, que las últimas frases no sean “se dio por vencido!” Que esta historia resuene con una sonrisa y una frase que guie mis siguientes pasos “Dolió, pero fue lo mejor” o un “Dio todo y más!” Me jode la mente escribir en mi versión “real” porque es vulnerable. Es maleable, es mortal. Y como buen mortal, tiene miedo a morir. Eso me sucede; temo a morir y que esto no haya concluido. Y vivir en ascuas. Lamentando tantos "¿Por qué?" O sucede que nunca un par de labios me hizo volver tantas veces por un beso. Dios! Si estas aquí, por favor trágate mis ojos. Y fulmina mis dedos. Que maldigo al derecho y al izquierdo por ser más rápidos que el central. Nunca una mirada hizo tanto daño al concreto. Nunca unos ojos esquivos hundieron tanto mi ego. El aire tampoco es bueno. Menos cuando se fusiona al miasma de tu aura. ¿Seré yo? Claramente No. No soy yo. Y tal vez ese lamento. El no ser YO. No quiero que se exponga a la pluma, porque Claramente mi corazón es una piedra de 10 kg. Tragado y condenado. Eso veo en mi futuro. Pero mi problema, el problema de Blanck es que sobre piensa e idealiza todo. Y eso no nos hace bien a ambos. Mil caretas lloran. Y a mí me toca aguantar un nuevo océano. Uno que tenga tu nombre, uno donde estoy dispuesto a ahogarme, solo con el afán de morir de ti.
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